Conservación de la Biodiversidad Chilena, la clave para acceder a nuestro futuro


La gestión de la conservación de la biodiversidad no es un problema del mundo verde. Ni siquiera es sólo un problema de Chile, sino que es quizá el desafío más grande y urgente que enfrenta nuestro planeta completo. Columna de Bárbara Saavedra, publicada en el Dínamo el 09 de enero de 2013.


La conservación de la biodiversidad es quizá la actividad humana más fundamental y necesaria de asumir en esta Era que enfrentamos, si aspiramos a alcanzar (o incluso mantener) mayores niveles de bienestar. Pero a la vez es la más desconocida, y queda rezagada ante figuras más mediáticas y comerciales como el cambio climático o la innovación tecnológica. La biodiversidad en toda su complejidad, que abarca desde genes hasta ecosistemas, que se manifiesta de manera casi infinita a escala local, es un bien natural que ha sostenido toda la vida humana hasta ahora.

Factores diversos como la destrucción de hábitat, sobrexplotación, contaminación o aumento de especies invasoras, han erosionado la biodiversidad a niveles críticos, lo que paradojalmente permite hoy dimensionar su valor. Día a día somos testigos de cómo las comunidades se ven afectadas por la pérdida o contaminación del agua, erosión de suelos, escasa producción de alimentos u otros bienes materiales, e incluso inmateriales. Problemas todos que en su centro u origen tienen la erosión o pérdida de biodiversidad. Y para peor, dado que ella aún es invisible, la gestión de su conservación no se materializa como es necesario y debido. Ello a pesar de mandatos globales cada vez más claros en este sentido, que provienen incluso del mundo económico duro y al que Chile aspira a pertenecer, como puede ser el Foro Económico o la OCDE.

El sólo concepto de biodiversidad es relativamente nuevo, lo que sumado al enorme desconocimiento del capital natural de Chile, explica en parte nuestro retraso en asumir su gestión de manera adecuada. Un ejemplo de esto es el nacimiento relativamente reciente de nuestro Ministerio de Medio Ambiente, muy por detrás de otros países de la Región. O el rezagado liderazgo de nuestro Estado en asignar valor a la gestión de la conservación, contrario a lo observado en otros países hermanos como México o Costa Rica. De hecho, nuestro Ministerio de Medio Ambiente no cuenta aún con un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, cuyo diseño e implementación depende de la aprobación de un proyecto de Ley cuestionado por algunos sectores. Más aún, con el objetivo de avanzar en su aprobación, se pretende legislar sólo en relación a las áreas protegidas, suponiendo que este instrumento por sí sólo es suficiente para gestionar la conservación de la biodiversidad completa del país.

En Chile aún se mal supone que el capital natural sólo se encuentra contenido en nuestras áreas protegidas, desconociendo que la gestión más necesaria y fuerte de conservación debe realizarse fuera de estas zonas de protección, pues es allí donde se concentra la industria nacional y se desarrollan nuestras comunidades, incluyendo en ese contexto todo aquel espacio terrestre, marino y especialmente acuático, que sirve de entorno directo de todas nuestras actividades humanas, y que sostiene prácticamente toda la economía nacional.

La biodiversidad provee bienes y servicios a diversos grupos humanos, incluyendo desde comunidades locales, grandes o pequeñas urbes, industrias de variado tamaño, entre otras, los que se distribuyen a lo largo y alto de nuestro país, incluyendo nuestro hoy disputado mar. Industrias enteras dependen directamente de la gestión de la conservación de este capital natural, como por ejemplo la pesquera, la minera, ciertamente la agrícola y la forestal, o la turística, e incluso la acuícola, entre otras que se puedan imaginar. Es un hecho que estas industrias impactan esta base natural, pero lo que es menos conocido es que la biodiversidad que las sustenta debe y puede ser gestionada para su conservación, y como derivada de ella se puede adquirir entre otras cosas la tan anhelada sustentabilidad.

Dada la naturaleza de la biodiversidad (compleja, cambiante, local, ubicua), la variada condición de los usuarios y sus intereses, el escaso entendimiento de su funcionamiento o siquiera su estructura, la arcaica estructura de las instituciones públicas, la falta de interés y confianza de los actores, las escalas espaciales y temporales que definen las dinámicas de uso y recuperación de la biodiversidad, entre muchos otros factores, hacen que la gestión de la conservación de nuestro capital natural todavía se encuentre en pañales. Ello a pesar que existen numerosos instrumentos y herramientas que dicen aportar a dicha gestión. Cada una por separado sin embargo, no es capaz de avanzar en la resolución de estos problemas, y por el contrario, finalmente terminan por agravarlos.

Los principios que gobiernan la gestión de la conservación han sido desarrollados y están bien identificados por la ciencia, existiendo muchas oportunidades de aplicarlos en Chile. Para hacerlo sin embargo, es necesario una comprensión cabal de estos principios, además de la voluntad para iniciar acciones específicas ejemplificadoras, que puedan servir de plataforma para crear las condiciones políticas, administrativas, técnicas y científicas requeridas.

Es finalmente importante comprender dos cosas. La primera es que la gestión de la conservación de la biodiversidad no es un problema del mundo verde. Ni siquiera es sólo un problema de Chile, sino que es quizá el desafío más grande y urgente que enfrenta nuestro planeta completo. En el caso de nuestro país, dada la relación directa de nuestra economía con la extracción de recursos naturales y de la unicidad de nuestra biota, este desafío es aún más inmediato y propio. En segundo lugar, la gestión de la conservación es un problema que no puede ser resuelto por los actores de manera aislada. No existe una solución única, ni un actor preponderante que pueda resolverla de manera rápida, ubicua o definitiva. Independientemente del camino que elijamos, éste deberá ser caminado de manera coordinada, comprometida y honesta tanto por el mundo público, privado, y por la sociedad civil.

Nuestra economía depende directamente de la eficiente gestión de esa biodiversidad, por lo tanto hay que avanzar en estas materias, más que quedarnos en las dificultades. Chile posee muchas condiciones para liderar a nivel global la resolución de problemas de conservación: somos un país pequeño, tenemos una comunidad científica de primer nivel, contamos con un nivel de educación y coordinación avanzado en comparación a otros países del mundo y la región, contamos con condiciones administrativas y financieras privilegiadas para innovar, entre muchos otros elementos. Tenemos la necesidad, el deber y la oportunidad para avanzar como país, por lo que el llamado es a entender el valor estratégico que posee para Chile el reconocimiento, desarrollo y gestión de la conservación de nuestro capital natural. No sólo considerando las ventajas competitivas que ella pueda traer para industrias y economía local en el corto plazo, sino la básica y mínima sobrevivencia de nuestra nación.

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