Leña y el terremoto negro en Temuco

Académico del Departamento de Arquitectura y Presidente de Terram Pedro Serrano R., se refiere a la situación medioambiental en el sur de Chile.

Terremoto negro puede ser un nombre un poco fuerte para este caso, pero da cuenta de una verdad que había sido anunciada y sobre la cual es muy difícil actuar con normas y prohibiciones: el consumo de leña.

Los datos actualizados de Temuco indican que la comuna tiene una superficie de 464 km2; una densidad de población de 655,23 hab/km2, de los cuales el 94% de la población es urbana y solo el 6 % vive en zonas rurales. Según el Censo de Población y Vivienda, realizado en 2002, la población total de la comuna de Temuco era de 245.347 personas. Ya en el Censo de 2012 el gran Temuco contaba con 345.247 habitantes (Temuco y Padre las Casas), lo que indica un crecimiento de 100.000 habitantes en sólo 10 años. La comuna ha crecido rápidamente, acogiendo en una ciudad extendida, prácticamente de un piso, principalmente a familias que emigran del campo a la urbe, con sus tradiciones y costumbres. Y la leña es una de ellas.


La realidad de Temuco se repite en todas las grandes ciudades al sur de Santiago: tendencia a la urbanización no planificada, mala ventilación, y sobre todo, el consumo intensivo de leña. Esta realidad es poco conocida para el habitante medio de Santiago o Valparaíso. La leña por estos lados no tiene la intensidad de uso de las ciudades del sur. En Santiago y Valparaíso se usa en sus periferias más pobres, más algunos usuarios entre los más ricos con estufas de alto costo. Sin embargo, en Temuco la leña la utiliza casi toda la población, sin distinción de ingresos. Estudios indican que la leña llega a ser un tercio de la economía local.

De acuerdo al balance de energía primaria 2011 del Ministerio de Energía, ese año se consumieron 54.464 teracalorías de leña en Chile, lo que representa un 19,6% del total de energía primaria que consume el país. Si se compara esto con los aportes de la Hidroelectricidad ese año -17.635 teracalorías, que fueron un 6,4% de la energía primaria del país- se podrá entender que la leña debiera ser considerada como un insumo energético de enorme importancia nacional, siendo 3 veces lo hidroeléctrico. Pero no es así: la leña no cotiza en la bolsa; ninguna AFP ni transnacional invierte en ella, ni está concentrada en grandes fortunas. La leña tiene un consumo disperso, sin control centralizado y abarca una buena parte de la población de escasos recursos de Chile.

Con una media de entre 1500 y 3500 Kcalorías por kilógramo leña, se podría aventurar que se trata del orden de 15 millones, o más de toneladas de leña, pero esto es sólo un cálculo aventurado. Importamos -eso sí está correcto- 92.348 teracalorías de petróleo crudo, las que comparadas con las 54.464 teracalorías de la leña (más de la mitad), nos pueden dar una idea de la importancia de la leña en el país. Además la leña es Chilena y no tenemos que importarla. Si se logra controlar la coordinación entre su crecimiento y quema, la leña tiene emisiones finales de CO2  cero. No sucede así con el petróleo, el carbón o el gas.

Decretos de alerta ambiental, emergencia o desastres, no resuelven este enorme problema que tiene el país. No es posible prohibir el uso de leña en las grandes ciudades del sur de Chile, menos aun en pleno invierno. En Santiago con preemergencia, se prohíbe todo consumo de leña por muy tecnificada y cara que sea la estufa. En estos sectores, con más dinero, el reemplazo por gas, electricidad o parafina resulta fácil de implementar. Sin embargo, estos decretos no resultan cuando toda la población, ricos y pobres, tienen a la leña como su energético culturalmente arraigado. Y más encima, para una mayoría de la población en un arraigo también social y económico.

La leña se gasta en todos los sectores chilenos de consumo energético, menos en el transporte. Se usa en la minería, en la industria, en el comercio y en el sector público. Sin embargo, es en el sector residencial chileno donde su consumo es dramático. De acuerdo al último balance nacional, en 2011, la leña correspondió al 57,5% el sector residencial. Esto indica que casi el sesenta por ciento de la energía que gastan los chilenos en sus hogares, en promedio de norte a sur del país, corresponde a leña. Y este sí qué es un punto grave.

Todo indica que tanta leña se quema con una eficiencia muy baja, el quemado de leña en general se hace con eficiencias menores al 10%, en los dos usos más comunes, calefaccionar espacios y cocinar. Se requiere de tecnologías mejores para superar el 30% y tecnologías muy buenas para superar el 60%. Independiente de lo anterior, tanta leña consumida en los hogares indica que la eficiencia energética de nuestras casas es deplorable, cosa que en Chile ya se sabe hace años, pero que no se soluciona.

La solución para este complicado problema de la leña, tiene varios causes, que debieran tomarse en paralelo. El primero es darle a la leña la importancia política que se merece, es el tercer insumo energético nacional. La leña es casi el 60% de la energía en el sector residencial. Si se compara que la electricidad (hidráulica y térmica), que no llega al 15% de los usos del sector, es fácil entender cómo un energético cuatro veces más importante, donde vivimos todos los chilenos, debiera estar políticamente mejor situado.

Por otra parte la leña, esos 15 millones de toneladas, son 100% chilenas y en esto no hay equívoco. Se trata de un energético que no produce dependencia, que tan solo subiendo su eficiencia al 20% llegaríamos a bajar su consumo en 7 millones de toneladas, por lo tanto, debiera haber un enorme esfuerzo financiero y tecnológico chileno para hacer más eficientes los artefactos que la consumen y para mejorar su calidad como combustible. Este es un desafío interesante, por ejemplo, para todas las universidades nacionales.

Mientras tanto, la sustitución de leña por gas o electricidad, es un asunto urgente en las ciudades del sur de Chile. Esto implica programas de largo plazo, grandes subsidios y un trabajo cultural intenso y extenso que no se han hecho. En 2013 el “terremoto negro” está sucediendo y sucederá con toda seguridad el 2014. Las viviendas siguen siendo ineficientes en energía. Una cultura de siglos no se borra en meses y una desigualdad económica tan profunda tampoco se cierra en tan poco tiempo.

La hidroelectricidad como energético primario no ha subido en décadas del 10% nacional, y la electricidad térmica e hidráulica es a 2011 sólo el 11,5 % del sector comercial público y residencial. Si releemos los datos de la leña, ¿no estaremos errando el foco de nuestra política energética del sector? ¿Dónde pondría Ud. capitales para investigación, desarrollo e innovación?

1 comentario:

  1. Estimo que la solución para el uso de biomasa, principalmente leña, como fuente de calefacción domiciliaria no pasa por pretender que la gente use leña seca, ya que esto es incontrolable en la práctica y tampoco pasa por reemplazar la leña por electricidad o por gas natural, ya que estas dos alternativas son incluso menos viables que la leña en el largo plazo, por generar un alto nivel de emisiones de dióxido de carbono fósil a la atmósfera.

    La solución disponible para Chile es subsidiar la producción a gran escala y con plantas de tecnología limpia ya disponible, de carbón vegetal y energía eléctrica a partir de leña y además fijar su precio a público de manera que este prefiera adquirir carbón vegetal en lugar de leña, tanto por su mayor eficiencia energética como por su menor peso y volumen de transporte y acopio.

    El subsidio del carbón vegetal no solo sería un buen negocio para el estado, sino una obligación para un estado garante de derechos como la salud; por cuanto cada peso invertido en este subsidio puede multiplicarse en varias veces como ahorro en costos de salud y pérdidas de productividad de la población en el futuro.
    No existen dos lecturas para el hecho de que si se invierte en prevencion se evitarán costos mayores en el futuro, solo bastan dos dedos de voluntad política para ponerse a trabajar en esta práctica y simple solución que ya está disponible.

    La tecnología moderna de producción industrial de carbón vegetal permite producir carbón sin emitir material particulado y simultáneamente permite generar electricidad y carbon granulado como subproductos. La incorporación de carbon particulado a los suelos agricolas crea un habitat para los microorganismos que realizan una progresiva recuperación productiva de los suelos sin necesidad de aplicar fertilizantes y además permite secuestrar dióxido de carbono atmosférico, cuyo exceso es la causa del cambio climático que golpea fuerte a Chile

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